jueves, 6 de junio de 2013

Polizón.

A Mario lo trajeron hace 2 días. Tinto en sangre y con el uniforme rasgado. Quedó claro, su plan para escapar no era “infalible”. -¡Yo no soy de aquí! Estoy a bordo por pura casualidad- Vociferaba entre lágrimas. 
Dicen que el Capellán lo vio justo a un lado de la cocina, agazapado entre las cajas de tunas, esperando el cambio de guardia con la mirada clavada en el muelle. 
Marcelo y Tomás se encargaron del resto y hoy está de nuevo aquí, entre nosotros, inmóvil. 
Yo creo que se ha muerto porque la piel se le mira gris y acerada. Los ojos lúgubres, la respiración ausente. 
Pobre Mario, quería conocer el mundo y no volverá a casa. Vivo o muerto se quedará a cumplir la sentencia que él mismo se propinó al tomar la decisión de subir, sin invitación alguna, a este barco con destino a las Islas Marías. 

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