miércoles, 26 de octubre de 2016

Un cuadro negro (Soy)

Después de tomarme la foto de pasaporte, aparezco ahí, impreso en un cuadro negro. Es un claro error del sistema de impresión digital pero, en realidad, me parece que ésta es la imagen más fiel de mi vida.

Un cuadro negro bloquea, sanciona, censura y limita. Proyecta un final, una ausencia.

Empero, un cuadro negro es también un límite perfectamente “claro”. Racional y estable. No da lugar a dudas. No es más ni menos, no va más allá de si mismo.

Por la ausencia de color, un cuadro negro es, irónicamente, la expresión pura de ser, de existir. Un cuadro negro se hace notar, resiste, persiste... está, existe. Su mayor defecto es, a diferencia del círculo, su evidente inmovilidad. Un cuadro negro se abstiene, se mantiene impávido. Un cuadro negro es tan armónico que resulta inconcebible y peligroso, inspira desconfianza y miedo. Un cuadro negro es una forma de locura con 4 ángulos rectos. 

Con todas sus contradicciones lógicas, con todas sus ironías sensatas, un cuadro negro, simple y sencillamente, “es”.  



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