domingo, 18 de mayo de 2014

Primero.

Una punzada en el vientre me obliga a salir de la cama. Dando tumbos llego hasta la puerta, tuerzo el picaporte y ya estoy detrás del umbral. Alguien grita del otro lado.
Un frío implacable recorre el pasillo y entre la penumbra lo descubro. La sombra inmóvil de un hombre gris me observa  penetrante. Lástima de fantasma y es que no tengo miedo. 
Sigo adelante hasta el retrete, ignorando la espectral imagen que me sigue acechando. Los gritos continúan. No tengo miedo, yo llegué primero. 

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