En un acto casi milagroso, la muda articula un saludo ¡Hola! Y no recibe respuesta. ¡Hola! Repite en voz alta. El silencio prevalece y las miradas permanecen en el mar y su infinito horizonte.
Indignada pero sonriente, la letra H repite el saludo mientras les da la espalda y se aleja. Al instante, una ola gigante arrasa con todo el abecedario.
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