jueves, 28 de abril de 2016

4 metros

¡Adiós! me grita con resentimiento desde el fondo de la sala.  Una mirada de desprecio recorre los 4 metros que nos separan. Después, me da la espalda y desaparece por el umbral de la puerta.
No nos conocemos. No sabe nada de mi pero me odia. Lo dicho, la historia siempre depende de quien la cuenta. Mi reputación está destruida.

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