sábado, 9 de febrero de 2013

42

La primera avanzada recorre el estómago y el intestino, acampando finalmente en el colon. Otros grupos cabalgan por la espalda, destruyendo a su paso el cuello y las rodillas.
Informantes aseguran que el escuadrón elite ya planea sitiar el pene y que los líderes de la misión estudian seriamente la caída del párpado izquierdo y de la papada.
Dicen que destruirán todo el bosque y que en señal de victoria (tal como dicta su tradición bélica) clavarán centenares de estacas blancas en la cabeza.
No hay duda, los años conquistan poco a poco todo mi cuerpo.

viernes, 8 de febrero de 2013

New York Ness

Nos observan. Criaturas heladas esperan. Bajo la delgada capa, un zoológico de ancestrales depredadores acecha. “Hielo Delgado” advierte una señal mientras los turistas resbalan y ríen. Durante el invierno, Central Park es una enorme trampa de un inframundo desconocido.

Esther (Stair)

Un video filmado con una 7D y un lente Sigma 17-70mm. filmado completamente sobre la escalera del Museo Nacional de Arte en la Ciudad de México.
ESTHER from Manuel Coronell on Vimeo.

jueves, 7 de febrero de 2013

La felicidad se escapa


“Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: Un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna…”
Groucho Marx (1890-1977) Actor estadounidense.

No suelo disfrutar los programas de pastelazos. No me divierten los tres chiflados y a Chespirito apenas lo tolero. Tampoco soy partidario de las anécdotas escatológicas y me repatean los chistes forzados que se valen de un tremendo insulto para desprender las risas de la audiencia. Lo sé, soy un amargado y no lo niego.
A pesar de ello, recientemente fui presa de mi propia condición y experimenté con ironía una situación que, debo admitir, me pareció francamente jocosa e hilarante. No suelo escribir de temas íntimos y espero perdonen el atrevimiento. Creo sin duda que todos, al menos alguna vez hemos vivido un momento así y encontrarnos en nuestra propia “ordinariedad” siempre resulta fascinante.

8:50 PM:  Presiono el botón y a la manera de un juego de Disney World, la enorme puerta de metal se abre. Raudo y veloz bajo por la rampa, tomo a la  derecha y avisto mi espacio de estacionamiento. Reversa y vamos pa’tras. De un sólo movimiento me aparco, retiro la llave de la ignición y bajo del auto. ¡Ni James Bond podría ser más preciso!

8:52 PM: Sólo 8 pasos y ya estoy en la puerta del elevador. ¿Mi destino? el segundo piso. El botón de acrílico brilla al contacto y con paciencia espero. Mmm... Ya está listo lo de la Lotería… falta la nueva campaña ¿Ángeles o no Ángeles? Los segundos pasan y yo deliro entre proyectos, historias y sucesos.

8:54 PM: ¡Por fin! El elevador esta aquí.  La puerta se abre e ingreso a la confortable celda de metal. Presiono el número 2 y nuevamente espero.  La habitación se estremece, y en un flash la luz se prende y apaga.  El elevador emprende su viaje.

8:55 PM: El delirio también sigue en marcha y de un golpe regresa a mi mente una broma de adolescentes, una anécdota de juventud… aquí están de nuevo las bromas y las risas: el recuerdo es perfecto.
Es entonces cuando todo ocurre, cuando sobreviene el desastre. La felicidad se acumula en el pecho y crece, colmando los pulmones, ascendiendo hacia el rostro. La emoción sigue su curso saturando la cabeza, la garganta, la lengua y las mejillas. La felicidad del recuerdo es incontenible… y de repente una carcajada se me escapa!
Lo lamentable del momento es que la risa viene acompañada por un invitado inesperado y francamente horrendo. La felicidad se me escapa en su peor estado, el gaseoso. Primero el trueno y luego la risa. Regresa el gas y otra vez una carcajada. Allá voy, ascendiendo feliz en una intermitente jornada de gaseosas sonrisas. Extasiado me detengo a respirar, la risa se convierte en suspiro y por fin descanso.
Una pausa de un segundo y entonces…  ¡Ah caray! Yo no sabía que la felicidad oliera tan mal.  Una mezcla de pena y malicia me invade. Vuelvo a sonreír.  ¡El olor es infame! Apenas puedo respirar y nuevamente río sin control.

8:55:38 PM:  ¿Porqué no he llegado? ¿En que piso estoy? ¡Nooo! A manera de venganza la tecnología me traiciona y el elevador pasa de largo su destino. Piso 3 ¡No chin#@s! Piso 4 ¡En la madre! Piso 5. ¡Ni modo! Empiezo a sudar.  ¡Santa María de Tepetlapa... que nadie se suba por favor!
En un intento desesperado por disipar mis más íntimos humores agito los brazos, doy saltos y resoplo. El olor se acrecienta y el elevador se detiene. ¡Dios nos guarde!

8:56:12 PM:  En cámara lenta la puerta de metal se abre y todas mis plegarias se vienen abajo.  Don Ricardo Martínez Acuña, su esposa Graciela, su hija Lily, el abuelo Pepe y Mariano, el más pequeño de la familia, me sonríen justo antes de abordar el elevador.
Inocentes los 5 cruzan el umbral de lo higiénico y sin percatarse se acomodan en el diminuto espacio.  Yo estoy verde de la pena pero aún no hay reacciones.  El quinteto permanece inmóvil, perplejo… está asimilando el ambiente. Con discreción empiezan a  intercambiar miradas. El abuelo se agita, estira el cuello, baja la cabeza… tiene calor, tiene frío, no aguanta.  La niña se esconde detrás de su madre y el señor de la casa, con el ceño fruncido, clava la mirada en su esposa que simplemente luce aterrada. Las cámaras de gas existen y en este momento yo soy del Tercer Reich.
Apenas balbuceando el infierno se desata: ¡Mamá huele feo! dice el infante de 4 años. La madre se contiene, toma por la cabeza al niño y con la mirada le dice ¡cállate chamaco, compórtate y aguanta, ya casi llegamos!

8:56:12 El tiempo se detiene y al unísono los 5 me observan.  Yo me desentiendo y permanezco callado, viendo hacia el techo. Inevitablemente recurro al cliché del silbido sutil.  El niño insiste: ¡Mamá huele fuchi!  Ahora mi rostro es todos colores.
En mi interior maquino diferentes excusas: ¿Qué hago?  ¿sutilmente culpo al niño? o tal vez, en un arrebato de sinceridad señalo al anciano, evidenciando que la incómoda situación es resultado de su incontinencia tolerable. Todas las opciones son ridículas y de igual forma graciosas.  Ahora es mi cuerpo el que me traiciona.  Mientras silbo, una risa se me escapa (esta vez sin acompañamiento) y como por arte de magia otro fenómeno ocurre: la niña me hace segunda. La pequeña ríe, el abuelo la secunda y poco después lo hacen el padre y la madre.  El niño no entiende qué pasa, pero sigue a sus padres por pura imitación. Por fin el elevador se transforma en un mar de risas y la tensión desaparece.
Ahí estamos, sofocados por el ambiente enrarecido, deleitados por las carcajadas.

8:57 PM:  La fiesta continua hasta que el elevador toca tierra.  Estamos una vez más en el sótano.  La familia sigue riendo y mientras las puertas se abren, se despiden de mi aún sonriendo. El niño incluso me abraza la pierna en un gesto de solidaridad ¡A mi también me ha pasado mano! parece decirme, después se escabulle hasta tomar la mano de su madre. Justo al bajar el abuelo sella el momento con una trompetilla mientras pellizca suavemente la panza de su nieto.  La puerta del elevador se cierra y yo me doy cuenta que estoy en el punto dónde todo empezó. Aquí estoy, aún tratando de recuperar el aliento, con el abdomen contraído por tanto reír, con el alma plena y el corazón satisfecho. Soy feliz, soy feliz.

8:57:30 PM:  Presiono el número 2 y nuevamente espero.  La habitación se estremece, y en un flash la luz se prende y apaga.  El elevador emprende su viaje.
De un golpe regresa a mi mente lo ocurrido y con malicia presiono también el número 5. Vuelvo a sonreír. La felicidad se acumula en el pecho y crece, colmando los pulmones, ascendiendo hacia el rostro. La emoción sigue su curso saturando la cabeza, la garganta, la lengua y las mejillas. La felicidad del recuerdo es incontenible… y nuevamente una carcajada se me escapa!



lunes, 28 de enero de 2013

Juerga

Primero desaparecieron 2 botellas de ron, 1 de whisky y otra de Vodka de mi alacena. Inmediatamente después sufrí una serie de lamentables incidentes: Resbalé por la escalera del banco, tropecé con el carrito de los camotes y finalmente, rodé por el asfalto, justo frente a mi oficina y la hermosa rubia del 5to piso. Qué humillación.

Maltrecho, regresé a casa. ¡Vaya sorpresa la mía! Justo a un lado de la puerta estaban 3 de las botellas, ahora vacías y extrañamente cubiertas por un puñado de plumas. No hay duda, mi Ángel de la Guarda se ha ido de juerga.

sábado, 26 de enero de 2013

Caos en el Periférico

Justo ayer el Palomo la abandonó. Nadie entiende porqué la Paloma permanece inmóvil en el carril central del Periférico.

En boca de todos

Hola, soy la lengua.

lengua.

(Del lat. Lingua)

1. f. Órgano muscular situado en la cavidad de la boca de los vertebrados y que sirve para gustación, para deglutir y para modular los sonidos que les son propios.
2. f. Sistema de comunicación verbal y casi siempre escrito, propio de una comunidad humana.
3. f. Sistema lingüístico cuyos hablantes reconocen modelos de buena expresión. La lengua de Cervantes es oficial en 21 naciones
4. f. Sistema lingüístico considerado en su estructura.
5. f. Vocabulario y gramática propios y característicos de una época, de un escritor o de un grupo social. La lengua de Góngora La lengua gauchesca
6. f. Badajo de la campana.
7. f. lengüeta (‖ fiel de la balanza).


Lesión - Envidia (2)

Después de correr 10 kilómetros mi pierna derecha luce radiante, incluso bronceada. La otra se muere de envidia.

Barco - Envidia (1)

2 mujeres esperan impacientes a que los Marines bajen del barco. Una recibe a su único hijo vivo, la otra y su hijo se mueren de envidia.

jueves, 24 de enero de 2013

Oídos ciegos

“Un día empecé a escuchar colores en mis sueños”
Neil Harbisson

Prefacio

Hoy conocí a un hombre que sufre Acromatopsia cerebral. Un raro síndrome que le impide percibir los colores. Neil Harbisson (el hombre en cuestión) observa el mundo en blanco y negro. 
A pesar de su padecimiento, Neil desarrolló un ojo electrónico que transforma el espectro de luz en notas musicales ¿El resultado? “Sonocromatismos”, una combinación de sonidos que, según él, le permiten “escuchar” los colores. No conforme, ahora el hombre presume su increíble capacidad de “ver” radiaciones infrarrojas y ultravioletas. El mundo, mientras tanto, observa fascinado y a todo color al sujeto que nunca podrá “escuchar” la emoción que vive intrínseca en los colores. 

Neil Harbisson avanza por la avenida. Frente a él, una rubia de piernas espigadas se ajusta el pequeñísimo vestido rojo y las medias de red. “Do”, “Sol” y “Re” se escuchan por el audífono de su Eyeborg. Neil continúa de frente, como si nada. Pobre tipo, a pesar de su novedosa utopía tecnológica, sus oídos son ciegos.







CYBORG FOUNDATION | Rafel Duran Torrent from Focus Forward Films on Vimeo.

miércoles, 23 de enero de 2013

En el vecindario del abecedario

Las puertas se cierran a su paso.  No suplica ni implora, exige. No pregunta, no perdona. Ni altruista, ni activista. En el vecindario del abecedario, la letra D ríe, mientras recauda impuestos.  




martes, 22 de enero de 2013

Campo de Golf

Entre un mar de sonrisas y abrazos, se mantiene firme y solemne. Todos lo admiran y sin embargo, permanece absorto, mirando melancólico por la ventana. Ahí está, con la vista clavada allá afuera, los ojos perdidos en el bosque, el alma balanceándose al vaivén de las ramas. Cómo le gustaría estar ahí, lejos del bullicio, lejos del dolor que lo desangra poco a poco. Mientras todos celebran, el árbol de Navidad muere, preso en un departamento con una inmejorable vista al campo de gol.

Corre Yeye Corre

Una mañana en Cuernavaca corriendo con mi pequeña sobrina.

Corre Yeye Corre from Manuel Coronell on Vimeo.

La letra C

Una oreja que todo percibe.
Nada se le escapa. 
Desde arriba, la C abraza lo desconocido. 
Cuidado, esta letra todo lo sabe. 



lunes, 24 de diciembre de 2012

Cincinnati


Amy McDonaugh se acerca al final del Maratón de Cincinnati. Corre a toda velocidad y se encuentra a la cabeza, pero ella no lo sabe. Cruza la meta y gana el primer lugar. Amy permanece desconcertada. Levanta la cabeza y pregunta ¿Qué pasó? ¡Ganaste, Ganaste! Le gritan. Amy sonríe y empieza a llorar. Luego de 25 años de ser ciega, Amy le vuelve a ganar a la vida.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Nada

2 sapos, 1 pizca de pelo de mono y 8 lágrimas de serpiente. El caldero hierve mientras la Bruja espera a la luna para emitir el conjuro ¡Ya! Sólo 3 gotas son necesarias. Recita el hechizo y una a una las deja caer en su rostro ¡Puff, Puff, Puff! Se escucha y entonces... ¡Nada! ¡Absolutamente nada! Desconsolada, tendrá que salir a escondidas, encogiendo los hombros, como cada mañana directo al Salón de Belleza.


lunes, 26 de noviembre de 2012

Chema

Don Chema golpea con fuerza el tronco mientras sonríe de satisfacción. El puesto está repleto de gente que admira el sabor de la especialidad de la casa: los tacos de carnitas. Feliz, el robusto hombre pica cebolla, nana, cuero y maciza. 4 de oreja por un lado, 6 de surtida por el otro y 10 campechanos con 2 cocas light aquí mero. Chema se enjuaga el sudor con las manos y sigue preparando alimentos. Después se rasca la ingle, se saca el calzón y, para rematar, se acomoda su sudorosa “hombría” mientras sigue cocinando. Los pedidos no cesan. La audiencia come fascinada. No saben que la sazón de la carne proviene de otro tipo de cerdo y sólo Don Chema “tiene” la receta secreta.Archivo:Taqueria Ciudad de México.JPG

domingo, 11 de noviembre de 2012

Amenaza

El altoparlante resuena alarmante ¡Señorita Nancy Velázquez! ¡Señorita Nancy Velázquez! Esta fue su última “oportunidad” para abordar el vuelo 611 de Aeromar a Lázaro Cárdenas por la puerta 75. Al fondo de la sala, una mujer corre hasta el umbral de la puerta pero ya nada puede hacer. El vuelo se ha ido. Pobre Nancy, la amenaza era cierta y su “oportunidad” se le ha ido volando.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Ha muerto

Es noche de brujas y el auto se queda a media calle. El cofre abierto. No hay humo pero igual no avanza. Afuera, el padre (visiblemente molesto) se asoma al motor, esperando alguna señal que permita resolver el desperfecto. Adentro, el hijo (de sólo 6 años y disfrazado de fantasma) estira la pierna mientras gira la llave cuando su padre le grita ¡Ya! No arranca pero no importa, la escena es perfecta, el auto se ha muerto y ni los vivos ni los difuntos podrán revivirlo, al menos por esta noche.