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jueves, 30 de marzo de 2023

Sabiduría y gravedad. (Oda a Newton).

F = Gm1m2/r2
Ley de Gravitación Universal. Sir Isaac Newton. 

La pierna derecha tropieza al borde del escalón y de un tumbo emprendo el vuelo. He perdido la lucha ante los efectos de la gravedad. El equilibrio desaparece y cada miembro de mi ser se sacude y agita. Los brazos y manos intentan asirse al viento, alcanzar un milagro, sostenerse del aire. Mi torso gira burdo y grotesco, mientras la cabeza emprende la trayectoria directa al parqué de la casa. 
La boca abierta. Los ojos desorbitados y un suspiro de pavor. Una mueca ridícula me acompaña en el camino. 
Por fin. Un golpe sordo y violento. Caigo con potencia al suelo. Primero hincado. Las dos rodillas golpean, plenas y contundentes, contra la madera. Sucumbe el resto del cuerpo y me desplomo sin meter las manos. De rodillas continuo y me inclino vertiginoso. Mi cabeza impacta justo en el vértice de la sien derecha. Después obscuridad y silencio. 
Un segundo y vuelvo a mi. Primero confusión. Después el deseo incontrolable de recuperar la vertical, de erguirme y así lo hago. 
Primero guardo la compostura y con dignidad me recompongo. No hay nadie en casa y sin embargo me avergüenzo. Atribulado doy un par de pasos. Un sabor metálico y salado transforma el ambiente. Un grueso hilo de sangre corre, por mi mejilla izquierda, hasta la boca. Lo mismo ocurre con las rodillas. De dos grandes hendiduras brotan borbotones de plasma obscura y espesa. 
«Estoy herido» digo en voz alta y dolorido me acerco lentamente al espejo en el vestíbulo del departamento. «No pasa nada, no pasa nada» repito nervioso, en espera de ver mi reflejo. 
Ahí estoy. Estropeado totalmente. 
La refracción me estremece. Un músculo blanco y sanguinolento deja ver ambas rótulas y la piel desmembrada.  
Aquello no es lo peor, un enorme tajo circular emana sangre incontenible que inunda mi cara. Un pedazo de piel se ha separado y cae hacia el frente. Todo es sangre. Una escena color bermellón. 
«No pasa nada, no pasa nada» repito nervioso. «Pudo ser peor» me digo convencido. Me poso en el suelo. Suspiro. La sangre no para y yo, con sabiduría insisto «No pasa nada, no pasa nada». 
Averiado y roto no siento dolor. Es cierto, no hay duda, pudo ser peor. 
La pierna derecha tropieza al borde del escalón y de un tumbo emprendo el vuelo. Me he caído. Me he destrozado el cuerpo y también el alma pero lo acepto con cordura y prudencia. No corro, no tiemblo. Aprendo. 
Quizá es la sabiduría que sobreviene a los efectos de la gravedad. La gravedad de Newton y de mis heridas. 

viernes, 28 de octubre de 2022

Sentencia de muerte. (Esencia).


Mumufuku murió de viruela, aunque todos aseguran que fue un auto Opel (avanzando sobre Shibuya) lo que le quitó la vida. 

En 1946, Tokio no era la bulliciosa ciudad de hoy y la viruela no tenía remedio. 

El auto a gran velocidad fue una anécdota de mala fortuna. El contagio, 4 años antes, le robó la vista en pleno cruce. La viruela era, en esencia, su sentencia de muerte.


jueves, 10 de octubre de 2013

CóMico.

Después de pisar el excremento perdió el equilibrio, dio una serie de graciosos tumbos y al final voló por los aires con las piernas por delante. 
Ahora el mono ríe a carcajadas, mientras el cuidador yace maltrecho en el piso de la jaula.




sábado, 2 de marzo de 2013

Globo

Sin dudarlo, la niña de apenas 2 años se escabulle de los brazos de su madre para correr detrás de un globo que zigzaguea por la avenida. Un auto a toda velocidad intenta frenar, parece que es muy tarde. Increíblemente el vehículo gira, se tambalea y de improviso toma otra dirección. La niña levanta el globo ante el asombro de su madre. La pequeña está a salvo. Minutos más tarde, en un hospital cercano arriba el cuerpo maltrecho de un ángel. Tiene un ala rota, los brazos fracturados y una pierna muy lastimada. A pesar de ello sigue vivo y nadie entiende porqué sonríe.

lunes, 28 de enero de 2013

Juerga

Primero desaparecieron 2 botellas de ron, 1 de whisky y otra de Vodka de mi alacena. Inmediatamente después sufrí una serie de lamentables incidentes: Resbalé por la escalera del banco, tropecé con el carrito de los camotes y finalmente, rodé por el asfalto, justo frente a mi oficina y la hermosa rubia del 5to piso. Qué humillación.

Maltrecho, regresé a casa. ¡Vaya sorpresa la mía! Justo a un lado de la puerta estaban 3 de las botellas, ahora vacías y extrañamente cubiertas por un puñado de plumas. No hay duda, mi Ángel de la Guarda se ha ido de juerga.