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jueves, 30 de marzo de 2023

Dos tercios del Tate Modern (Anécdota medrosa sobre exorcismos fotográficos)

Era una foto horrenda. Maldita. En formato espectacular ocupaba dos tercios de la enorme pared blanca en el sótano del Tate Modern en Londres. 

La imagen palpitaba. La escena exudaba oscuridad y miedo. Terror puro en 24 mm. No, no es lo peor que he visto pero si es probablemente lo más perturbador que he presenciado. 

En blanco y negro la escena demoniaca, la posesión, el cuerpo contrahecho y giboso, los ojos en blanco, las pieles negras, los vestidos de algodón blanco, el vómito, los feligreses aullando, la sangre, el padre rendido y la iglesia en llamas. Una cámara infernal en la tierra capturada por un lente y exhibida para la posteridad. Un vestigio de lo oculto. Prueba viva o muerta. No sé. Prueba inerte de un báratro abominable. Prueba inmóvil de qué existe lo que no queremos ni deseamos que exista. 

El deseo por conectar cada uno de las partes de un contexto, es una práctica humana débil, pero igualmente práctica y efectiva. No sé si aquel

Encuentro con la fotografía tenga algo que ver. No recuerdo al autor. No olvido, sin embargo, que ese mismo día en circunstancias incomprensibles perdí la vista y aquella imagen se quedó en mi psique para siempre.

Era una foto horrenda. Maldita. En formato espectacular ocupaba dos tercios de la enorme pared blanca en el sótano del Tate Modern en Londres. 


Tan poco soy (Ironías)


Basta tan solo una mentira para poner en duda todas las verdades.

H. G. Wells. 


En la intimidad del cuarto de baño me miro al espejo. Ahí permanece, despojado y en absoluta soledad, un cepillo de pelo (a pesar de que soy calvo). 

Sí, soy el etíope más ordinario, el más estándar de todos, enjuto y enceño pero (irónicamente) anoréxico. 

Irónicamente no sé si soy «blanco» de burlas o lástima: nací y crecí siendo zurdo pero perdí justo esa mano, en el 2015, durante la guerra. No hay duda, soy manco.  

En la intimidad del cuarto de baño me miro al espejo. El cepillo llora y yo con él. Ahí permanecemos los dos, despojados y en absoluta soledad.

Histriónico. (Relato breve sobre las aptitudes escénicas de mi muerte)




La vida es una obra de teatro que no permite ensayos. 
Charles Chaplin (1971). 

Expiré frente al telón. Perecí bajo las luces. Morí en un teatro. 

Justo al final de mi interpretación. En la línea más palpitante y sobrecogedora de mi personaje. Un militar in extremis que sucumbe al silencio y que, súbitamente, lo acoge una sordera implacable. 

Me desplomé ahí, en el escenario, ante un público perplejo y extraviado. Un murmullo, gimoteos y apenas un par de gritos de alarma. Después la confusión y el pandemonio. 

De bruces contra la madera, inmóvil y silencioso. Ahora, no sólo sordo, también mudo. Irónica y definitivamente muerto por la lesión artificial. Realmente por un infarto. Una herida fulminante en el corazón que dejó brotar a mi pecho borbotones descarriados. Sangre que, minutos antes, oscilante trasladaba mi alma por el cuerpo. 

Expiré frente al telón. Perecí bajo las luces. Morí en un teatro. Justo al final de mi interpretación. En la línea más palpitante y sobrecogedora de mi personaje. A pesar de mi impactante desempeño histriónico, de mi dramática realidad, no ocurrió la ovación correspondiente. No vítores o palmas. Ni un aplauso. Sólo silencio. No hay duda, mi muerte no sabe actuar. 

Sabiduría y gravedad. (Oda a Newton).

F = Gm1m2/r2
Ley de Gravitación Universal. Sir Isaac Newton. 

La pierna derecha tropieza al borde del escalón y de un tumbo emprendo el vuelo. He perdido la lucha ante los efectos de la gravedad. El equilibrio desaparece y cada miembro de mi ser se sacude y agita. Los brazos y manos intentan asirse al viento, alcanzar un milagro, sostenerse del aire. Mi torso gira burdo y grotesco, mientras la cabeza emprende la trayectoria directa al parqué de la casa. 
La boca abierta. Los ojos desorbitados y un suspiro de pavor. Una mueca ridícula me acompaña en el camino. 
Por fin. Un golpe sordo y violento. Caigo con potencia al suelo. Primero hincado. Las dos rodillas golpean, plenas y contundentes, contra la madera. Sucumbe el resto del cuerpo y me desplomo sin meter las manos. De rodillas continuo y me inclino vertiginoso. Mi cabeza impacta justo en el vértice de la sien derecha. Después obscuridad y silencio. 
Un segundo y vuelvo a mi. Primero confusión. Después el deseo incontrolable de recuperar la vertical, de erguirme y así lo hago. 
Primero guardo la compostura y con dignidad me recompongo. No hay nadie en casa y sin embargo me avergüenzo. Atribulado doy un par de pasos. Un sabor metálico y salado transforma el ambiente. Un grueso hilo de sangre corre, por mi mejilla izquierda, hasta la boca. Lo mismo ocurre con las rodillas. De dos grandes hendiduras brotan borbotones de plasma obscura y espesa. 
«Estoy herido» digo en voz alta y dolorido me acerco lentamente al espejo en el vestíbulo del departamento. «No pasa nada, no pasa nada» repito nervioso, en espera de ver mi reflejo. 
Ahí estoy. Estropeado totalmente. 
La refracción me estremece. Un músculo blanco y sanguinolento deja ver ambas rótulas y la piel desmembrada.  
Aquello no es lo peor, un enorme tajo circular emana sangre incontenible que inunda mi cara. Un pedazo de piel se ha separado y cae hacia el frente. Todo es sangre. Una escena color bermellón. 
«No pasa nada, no pasa nada» repito nervioso. «Pudo ser peor» me digo convencido. Me poso en el suelo. Suspiro. La sangre no para y yo, con sabiduría insisto «No pasa nada, no pasa nada». 
Averiado y roto no siento dolor. Es cierto, no hay duda, pudo ser peor. 
La pierna derecha tropieza al borde del escalón y de un tumbo emprendo el vuelo. Me he caído. Me he destrozado el cuerpo y también el alma pero lo acepto con cordura y prudencia. No corro, no tiemblo. Aprendo. 
Quizá es la sabiduría que sobreviene a los efectos de la gravedad. La gravedad de Newton y de mis heridas. 

En todos sentidos (Crónica de un titán y un gallinero)


Vivía en una jaula entre paja, mierda y malla de acero. Como una bestia. Su tarea era atroz y cruel pero él parecía disfrutarla. Se le veía ahí, en medio de la granja, un bruno sonriendo bajo el rayo del sol. Un titán lleno de vida. 

El corpulento negro, atolondrado y palurdo, tenía el deber de torcerle el cuello a las gallinas enfermas. 

Aquel verano, sin embargo, la fiebre afectó a varios cientos de ellas y el negro, indiferente, no paró durante dos días. Un crack tras otro mientras apretaba los labios. 

Fue justo cuando le faltaba aniquilar a la última docena que cayó al suelo, de bruces sobre la paja, a un lado del abrevadero. 


Los peones lo observaron con desdén mientras el capataz le confirmaba a su madre, la negra Madela, que el negro había muerto. Infectado por la propia fiebre. Madela no emitió ni un sonido tampoco una lágrima. Lentamente se alejó impasible. 


Vivía en una jaula entre paja, mierda y malla de acero. Como una bestia. Su tarea era atroz y cruel pero él parecía disfrutarla. Se le veía ahí, en medio de la granja, un bruno sonriendo bajo el rayo del sol. Un titán antes lleno de vida. Ahora un negro, en todos sentidos, lleno de muerte. 

martes, 11 de octubre de 2016

Guardia

Enamorado, abandona el puesto y la ciudad cae.
El amor lo conquista todo.


Guardia

Enamorado, abandona el puesto y la ciudad cae.
El amor lo conquista todo.


Frágil

Una isla de papel en un huracán de tristeza.
El llanto es lluvia.
Una tormenta implacable se avecina.

Gotas

12 horas. Media noche.
12 gotas y la noche te invade.
12 horas. Media noche.
12 gotas. Duerme.



Creer para si. Creer por creer.

El problema con el narcisista es que no cree que haga mal y si se da cuenta que ha hecho mal, no cree que aquello tenga importancia. “No es para tanto” afirma. El narcisista no cree que ha hecho demasiado daño.

Aquel narcisista que percibe que ha lastimado a alguien, cree que el dolor causado es circunstancial, o peor aún, está convencido que el otro merece el castigo y que es su derecho imponerlo.

El mundo gira gracias a él y todos deben brindarle obediencia, sumisión, agradecimiento y admiración. El narcisista está convencido que él es un regalo de Dios, perfecto, hermoso, encantador, inteligente, astuto, irreemplazable y seductor. Un regalo así, piensa el narcisista, tiene un precio muy alto y debes pagar por él.

El narcisista cree que es totalmente libre, omnipotente y autónomo. Lo puede todo y no tiene compromisos, obligaciones o responsabilidades con los otros. En su mente, él es libertad y poder absolutos.

El narcisista no admite errores que lo afecten. Es intolerante, reactivo, iracundo, colérico y vengativo. No perdona, colecciona resentimientos. El narcisista no busca paz, busca venganza.

Un narcisista siempre cree que tiene derecho a hacer lo que quiere, a lograr su cometido, incluso pasando por encima de los demás y de aquellos que dice querer.

Un narcisista sólo cree en si mismo. Cree para si. Cree por creer.




Apuesta

Lo perdí todo.
Perdí mi mente y mi vida un día, en un lugar, en un corazón.
Extraviado en mi.
Sin sentido. Sin destino.
La casa gana.
Perdí una apuesta, antes de empezar el juego.

Doble sentido (en tres palabras)

Muero
por
ti.

Nada

Quiero morir y ser olvidado.
Un recuerdo inexistente.
La nada, sin tiempo o espacio.
Ausencia.
Ni ayer, ni hoy.
Quiero morir y ser olvidado.
Dejé de ser hace tiempo.
La nada tiene nombre.
La nada, sin tiempo y espacio.

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miércoles, 27 de julio de 2016

Olvidado

Los pequeños brazos abiertos. El estómago abultado viendo hacia el cielo. Un moño amarillo, deshilachado, en el cuello. Las piernas cruzadas. Ahí está, inmóvil. 
Toda la escena es un drama. Justo en medio de la calle lo observo. Un oso de peluche ha muerto. Su dueño lo ha olvidado.

martes, 28 de junio de 2016

Última carrera.

La página del Daily anuncia el deceso escandaloso de Alfred Conrad, el flamante corredor de autos del equipo Avanti Forza: “...A sus 28 años, Conrad, 4 veces campeón de la Categoría Speed 3000, muere a manos del empresario londinense Ian McIntyre, propietario de 'Amber' (la cadena de tiendas departamentales más grande de Canadá) y dueño también de la escudería donde competía el hoy occiso. Aún permanecen inciertas las razones del crimen. McIntyre se encuentra en custodia de las autoridades del Condado de Annex”.
Qué ironía. Al piloto estrella lo agarraron en curva, corriendo su última carrera en un circuito desconocido, abordo de una despampanante rubia, la atractiva prometida de su jefe.

jueves, 28 de abril de 2016

Apnea (Cuento simil)

1-
Un úrsido entra en la cueva. Se acurruca justo en medio del túnel y duerme. La caverna ruge.

2-
Mientras la noche envejece, el oso duerme en silencio, entre la glotis y la nariz, bloqueando el paso del aire. El alma se asfixia y una hermosa mujer ronca sin remedio.


Dilema de Newton

Una manzana madura. Eva desnuda en el fondo. Un viento repentino. Un árbol que se estremece y Adán que observa el fruto caer sobre la grama.
Justo ahí, en medio del Paraíso, nadie entiende la gravedad del asunto.

Enciclopedia

Melancólica, Lily Gorky suspira mientras se ajusta las gafas y acaricia el Tomo 11 del National Road Compilation. Ahí esta, con la mirada perdida en el lomo de cuero de la vieja enciclopedia.
Pobre Lily, no tuvo suerte en el amor. Trabajar en una biblioteca nunca le hizo bien. No hay duda, el amor no se calla ni se susurra. El amor se grita.